Roza con el límite de tu pureza
los restos de mi alma dispersos,
por este trozo de vida que llamamos
eterno.
Acaricia con tus manos
mis miedos a caer,
mis miedos a fallar.
Llena con tus labios mis deseos de tí.
Tócame con tus cabellos
como quien recorre un verso
para encontrarse a si mismo
como para encontrarnos en un punto exacto.
Inquietame con tu mirada,
mueve mi alma sin detenerte nunca.
Paseate por mis anhelos,
y no me dejes nunca.
Ámame como si no hay un mañana,
como quien sabe que el hoy es nuestro,
como quien sabe que lo nuestro es eterno.
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